viernes, 16 de abril de 2010

Y llegó Alicia


"No había en ello nada de extraordinario, ni le pareció a Alicia cosa fuera de lo corriente, oír que el Conejo se dijera a sí mismo: ¡Dios mío! ¡Dios mío! Voy a llegar tarde.
Cuando lo reflexionara después, comprendería que debería haberse maravillado, pero en tanto le parecía la cosa más natural del mundo; no obstante, viendo que el Conejo se sacaba un reloj del bolsillo del chaleco, lo miraba y echaba a correr, Alicia se puso en pie, porque en seguida reflexionó que nunca había visto un conejo con chaleco, ni con reloj para saber la hora, y, encendida la curiosidad, se fue corriendo por el campo y llegó a tiempo de ver que el Conejo se metía de cabeza en una gran madriguera al pie de una barba".

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